martes, 12 de octubre de 2010

La escuela en los procesos de alfabetización

Tolchinsky, L. & Simó, R. (2001). La escuela en los procesos de alfabetización. En Escribir y leer a través del currículum. Barcelona: Universidad de Barcelona.

Este artículo trata puntualmente sobre las circunstancias en las que la escuela puede funcionar como agente DESALFABETIZADOR.

Los autores “ponen en jaque” un supuesto básico que asegura que la escuela tiene un papel fundamental en la alfabetización, definida como “la participación activa en la cultura escrita, para ser parte de ella, para disfrutarla y para acrecentarla” (Tolchinsky & Simó,2001,p.159). No se pretende destruir este supuesto, sino más bien hacer un llamado de atención; el papel alfabetizador de la escuela puede peligrar si es que no se replantean ciertos aspectos:

1. Las tecnologías de la comunicación y de la información pueden ser agentes tan alfabetizadores como la escuela. “La acción de estas tecnologías expande la idea de comunidad de aprendizaje hasta dimensiones ilimitadas” (Tolchinsky & Simó,2001,p.160), es decir, se crea una comunidad de aprendizaje virtual enorme, a la cual la escuela debe integrarse. Si no lo hace, se crea una inmensa brecha cultural y mental entre los alumnos que son alfabetizados en el marco único de la lectura, y los que son alfabetizados en el marco de dicha comunidad virtual y la gestión creativa de la escuela. Estos últimos, a juicio de los autores, estarían más informados, serían más inteligentes y conocerían de una forma diferente. Para evitar dicha brecha, la escuela debe integrarse a este mundo de conocimiento virtual, incorporando tecnologías que faciliten la circulación de la información y potenciando la utilización de nuevos espacios de escritura (libros electrónicos, herramientas multimedia, procesadores de textos, etc.). Estas nuevas herramientas “ponen en juego y requieren maneras de leer y procesos de escritura diferentes a los que solemos desarrollar con materiales impresos y lápiz/papel” (Tolchinsky & Simó,2001,p.160), por lo que es responsabilidad de la escuela, como principal agente alfabetizador, incorporarlas a sus medios de aprendizaje, con el fin de no poner en desventaja a sus alumnos.
Ver: “Desmitologización de la cultura escrita” – D. Olson.

2. La invención de la escritura, y su posterior generalización, implica no sólo una “técnica de registro del lenguaje”, sino también una manera distinta de conocer, un sistema representacional totalmente diferente. Es por esto que su invención marca todo un hito en cuanto a “capacidad cognitiva” del ser humano. Nuestro mundo de hoy es conocido como la sociedad del conocimiento, precisamente porque la escritura es “un instrumento que afecta la manera de pensar y la manera de conocer” (Tolchinsky & Simó,2001,p.162). En ese sentido, la escritura es instrumento del propio funcionamiento cognitivo. Ser conscientes de la revolución cultural en la que estamos insertos permite mayor entusiasmo con respecto a la enseñanza. El educador debe motivarse a utilizar nuevos materiales, elegir libros diferentes, descubrir nuevos contenidos o idear nuevas formas de explicarlos.
No basta con las miles de fotocopias utilizadas día a día, ni con el viejo sistema papel y lápiz. El aprendizaje necesita ser estimulado mediante otros medios, fomentando la creatividad, la participación activa en el proceso de alfabetización.

3. La escuela puede actuar como agente desalfabetizador cuando:
- Sigue considerando la escritura como una “técnica gráfica, como medio de transcribir el lenguaje hablado, proponiéndose como objetivos escribir como se habla y hablar como se escribe” (Tolchinsky & Simó,2001,p.160). Esta visión reproductiva de lo escrito hace que los alumnos relacionen ESCRITURA con un MONTAJE DE FRASES HECHAS, perdiendo así toda la emoción propia de participar en procesos comunitarios de culturización. Y en ese sentido, la escritura se banaliza. ¿Qué pasa con la creatividad, con la generación de conocimiento, con la invención de cosas nuevas? Esta visión negaría casi en su totalidad el potencial epistémico de la escritura propuesto por Carlino y Miras.
- Insiste en transformar en escrito todo lo que el alumno ve, escucha, experimenta. Esto porque el alumno pasa a concebir la escritura como un CASTIGO: “es como si la escritura se tornara castigo de lo vivido. Si se visita un estanco, describirlo; si la clase recibe un visitante, comentar por escrito la impresión que nos produjo; al regresar de una excursión, responder un cuestionario. La lista es infinita y cubre otras formas de verbalización indiscriminada y obligatoria” (Tolchinsky & Simó,2001,p.164). En contra de este uso indiscriminado, y por tanto, banalizador, se propone un uso selectivo y con sentido, un uso motivado: “se trata de escribir cuando tenga sentido hacerlo, cuando poner por escrito marque alguna diferencia sustancial” (Tolchinsky & Simó,2001,p. 164).

OBJETIVO DEL TEXTO: otorgarle valor y sentido al uso de la lectura y la escritura como instrumento de comunicación, como herramienta de aprendizaje y como objeto de conocimiento. Establecer principios básicos para asegurar el rol alfabetizador de la escuela, poniendo como condición necesaria la valoración de su efecto transformador: “En la medida en que la escuela valore el efecto transformador de la escritura, esta podrá mantener su papel de agente alfabetizador” (Tolchinsky & Simó,2001,p.165). Este efecto transformador es comparable al potencial o a la función epistémica que proponen Carlino y Miras, en la medida en que se entiende la escritura como un instrumento para el desarrollo y la construcción del propio pensamiento. La escritura en su función epistémica es transformadora, precisamente porque no es sólo una forma de dejar registro, sino también una herramienta capaz de incidir sobre el propio conocimiento.

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