jueves, 26 de agosto de 2010

Algunas Características de la Oralidad

Blanche-Benveniste, Claire. (1998). Algunas características de la oralidad. En Estudios lingüísticos sobre la relación entre oralidad y escritura. Barcelona: Gedisa.

El artículo Algunas características de la oralidad fue escrito por la autora Claire Blanche-Benveniste en el año 1998. La fecha nos parece cercana, justamente porque los estudios sobre lengua hablada son en realidad incipientes: recién a partir de los 90´ se convirtió en un área de investigación lingüística importante. Esto pasa, en mayor grado, por la cantidad de prejuicios tejidos en torno al concepto. De hecho, en un ámbito puramente terminológico, se prefiere hablar de oralidad antes que de lengua hablada, precisamente porque esta “se opone a lengua escrita y, en la escala de valores, se encuentra claramente más abajo” (Blanche-Benveniste, 1998, p.19).

Una breve reseña histórica permite distinguir esta especie de actitud peyorativa hacia la lengua hablada: "Vivimos en una tradición de lenguas escritas, y nuestra imagen de la lengua está fuertemente marcada por ella. Por ejemplo, casi en todas partes circula la idea ingenua de que una lengua existe en tanto que verdadera lengua en la medida en que es escrita" (Blanche-Benveniste, 1998, p.20).

Si bien en el siglo XX ciertos lingüistas norteamericanos (Sapir, Whort y Bloomfield) aseguraron que las lenguas habladas de las poblaciones comúnmente llamadas primitivas tenían una estructura y una gramática rigurosa, esto no incitó a los lingüistas a tomar muy en serio su descripción. Ni siquiera la invención del grabador, que hubiera debido impulsar aquel estudio, tuvo las consecuencias esperadas. La escuela de N. Chomsky, por último, contribuyó a alejar aún más a los lingüistas de ese tipo de estudios, “dejando entender que el análisis de nuestras lenguas habladas amenazaba con extraviarnos en los caprichos de la Performance y distraernos del trabajo esencial que consistía en dar cuenta de la Competencia lingüística” (Blanche-Benveniste, 1998, p.21).

Las características de la oralidad parecen perturbar. Se alega que la lengua hablada aporta marcas individuales demasiado evidentes e introduce errores o titubeos que confunden al oyente. Para la autora, sin embargo, este asunto debe abordarse de manera radicalmente distinta: “Debemos tomar en serio lo que aparece a primera vista como apuros en la producción: son de hecho, reveladores de funcionamientos esenciales de la lengua” (Blanche-Benveniste, 1998, p.28). Los errores en la producción de un enunciado no dificultan mayormente su entendimiento, si no que por el contrario, aportan mayor información sobre el hablante y lo que pretende decir.

En definitiva, los recelos o prejuicios ante la oralidad se basan por lo general en ideas a priori, muchas veces ingenuas y erradas. Con la explicación adecuada, dichos recelos parecen difuminarse y lo que queda es simplemente una única conclusión, un único enfoque: la organización gramatical de la oralidad es totalmente diferente a la de la escritura. No podemos hacer un inventario de sus “formas”, precisamente porque son demasiadas. Esto es lo que lleva la autora a hablar de lenguas distintas, cada una con sus reglas y normas correspondientes. Ante esta conclusión, la necesidad de discusión desaparece.

Esto parece ser el para qué del artículo: terminar con la actitud peyorativa hacia la oralidad y comenzar a comprenderla como un fenómeno de comunicación desligado a la escritura. Tal como diría D. Olson en el artículo "Desmitologización de la cultura escrita", la escritura no es una transcripción del habla y por lo tanto, no debe compararse a ella buscando superioridad... No debe juzgarse una en función de la otra. Todas las marcas individuales tan propias de la oralidad (elementos paraverbales, errores, titubeos, reformulaciones, etc.) no hacen más que ayudar a comprender mejor el mensaje que se quiere entregar y aunque probablemente no puedan transcribirse literalmente al discurso escrito, esto no las hace inútiles.

Haciendo hincapié en esto se intenta reivindicar el rol social de la oralidad. La escritura no tuvo siempre el estatus hegemónico que parece tener actualmente y para comprobar eso sólo basta fiajrse en la retórica clásica, donde todo aquel con poder recurría al discurso oral para conmover, persuadir y enseñar.

* Referencia indirecta al concepto de poder simbólico en Chartier & Hèbrard.

1 comentario:

  1. Bárbara: potente comienzo. Buena reseña, clara, con foco y selección pertinente de citas. únicamente, creo que al avanzar en las lecturas vas a poder delinear más claramente los focos o énfasis de tu selección para profundizar.

    OJO

    Barcelona: Gedisa.

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